OPINION.- ¿Mendigar o reivindicar?

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JAS.-Echando un vistazo al nuevo PGOU no solo encontramos que la agenda y las prioridades del crecimiento urbano de Marchena la marcará la Junta de Andalucía, sino que el Ayuntamiento, según este documento previo se convertirá en un mero gestor de permisos de construcción de viviendas, olvidando servicios que aportan calidad de vida.

Los ejes del nuevo PGOU serán las grandes obras públicas, -nuevas careteras y ferrocarril- cuya financiación, plazos y agenda vienen impuestas desde fuera, bien por interés político electoral, o por cuestiones que escapan al municipio. Esto ha venido siendo una tónica dominante en los últimos años. Las prioridades y necesidades de infraestructuras vienen de otras administraciones, -centro de menores, residencias de ancianos- y en menor medida influye la propia iniciativa municipal -reforma de la plaza de abastos o sala de cultura- y en última instancia, voluntad popular, -caso de la piscina cubierta con recogidas de firmas durante décadas-

Hay momentos en que un Alcalde debe hacer valer los criterios y necesidades de su municipio, y hacer uso del verbo reivindicar, por más que los de arriba sean de su mismo partido. Existe aún una visión provinciana de que llega una inversión y nos toca la lotería: el político tal o cual tiene mucha mano -somos afortunados, por eso hay que votarlo-. En vez de ver que es una necesidad urgente y que como ciudadanos que pagamos impuestos tenemos derecho a ese servicio. Así es mucho más fácil ejercer el verbo reivindicar, olvidado del diccionario de nuestra clase política, -mucho mejor que mendigar migajas-. Osuna se echó a la calle pidiendo un hospital que no le correspondía por tamaño y lo logró. Si reivindicar abre posibilidades, ¿porqué desterrar esta palabra del diccionario político?.

Hay otras infraestructuras menores, muy necesarias, de las que nadie habla: zonas verdes, juzgados, estación de autobuses, casa de la cultura y juventud, aparcamiento, fuentes, todo lo que hace un pueblo habitable. Las áreas verdes brillan por su ausencia en el urbanismo futuro: ya hoy son escasas, -imaginad cuando el municipio según algunos visionarios se multiplique por dos-. En los proyectos las áreas verdes deben ocupar un porcentaje por ley, que siempre acaban comiéndoselas para construir más. Sin zonas verdes, ni sombra, ni agua -elemento que aqui siempre es abundante- vamos a tener un pueblo que será el desierto del Sáhara cuando aprieta el calor.

Los juzgados ya están colapsados desde hace años, sin embargo al único que le preocupa la situación de la justicia en Marchena es al ex- Moraza, cuando las sentencias no le dan la razón. Hay pueblos donde sin tanto ruido, se van haciendo cosas importantes. Ayer se colocó la primera piedra del nuevo palacio de justicia comarcal de Morón (PP), dispondrá de 3.082 metros cuadrados en los que albergará tres juzgados de primera instancia e instrucción, registro civil, fiscalía, clínica médico-forense.

El aparcamiento, con ser un tema recurrente, también es un problema desde el irrealizado parking subterráneo bajo la plaza del Ayuntamiento. ¿Responde el nuevo PGOU a este problema?. No, de momento, y según la información que ha trascendido hasta el momento, que es poca. Claro está que los PGOU nunca se cumplen a rajatabla: son estimaciones de crecimiento mas o menos modificables, y menos éste que debe ser aprobado antes de unas elecciones que pueden cambiar decisivamente el escenario.

Fuera del asunto PGOU, y dentro de la politica-urbanismo local llama la atención el anuncio de que empresarios implicados ya reconocen en privado que el hotel no se hará tras el -por ellos inesperado- varapalo que ha sufrido el proyecto en pleno. ¿Quien les hizo creer que el proyecto se aprobaría sin problemas tal y como está el patio?.

No conozco a ningún político, sea del partido que sea, que pueda en estos momentos asumir como propio un proyecto que incumple las propias leyes municipales, que ha sido fraguado previamente y en privado por un grupo de empresarios y un político afín y que se lleva a un pleno sin mayorías -donde todas las partes saben que podría no ser aprobado- como un paquete cerrado con demasiadas peculiaridades. Y menos en unas circunstancias como las actuales, en que la corrupción urbanística se está conviertiendo en la principal preocupación.

Una empresario hotelero debe conocer bien el sector. Iniciar una actividad hostelera en un municipio con un macro-hotel, que oculta un mega proyecto inmobiliario no parece muy razonable. Una empresa inmobiliaria sabrá mucho de construir casas, pero muy poco de hoteles y de su explotación. Y un político sabrá mucho de política pero nada de hoteles. Mezclar ambos proyectos y meter en medio a un político como Villalobos es la mejor forma de no lograr nada. Después de un nuevo proyecto-imposible, el hotel queda como arma arrojadiza, uno por otro, la casa sin barrer, Marchena sin hotel, los empresarios enfadados -los de un lado y los de otro- y Villalobos mandando. Este es el mejor ejemplo de que este señor y sus ansias ilimitadas de mandar por mandar son un estorbo para su partido y para la política local.

Esta semana ha sido noticia en Sevilla que todos los concejales han publicado sus bienes y sus sueldos en la web municipal. ¿Para cuando en Marchena?.

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