Historia del Jueves Santo: El año de los tiros

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Los Jesuitas ejercían la función de asistencia a los presos y en algunos casos, la liberación de los mismos, que con la nueva situación, en ausencia de los Duques, se disputaban todas las órdenes religiosas.
Las órdenes influyeron en las hermandades de penitencia. La Vera Cruz fue creada por los franciscanos y el Cristo de San Pedro por los dominicos. El Dulce Nombre llevaba el escudo jesuita y en 1721 sacaron a su imagen en rogativas por sequía.
La tensión se palpaba entre unas órdenes y otras. En esta situación surgieron los disturbios del Jueves Santo de 1756, cuando pasaba por delante de la cárcel la hermandad del Dulce Nombre. El Asistente del Ayuntamiento dio orden a los soldados de la cárcel de que disparasen si algún penitente del Dulce Nombre, en su regreso de la estación de penitencia a San Juan y al pasar por la puerta de la cárcel intentaba liberar algún preso tal y como era costumbre establecida.

Los soldados, de quienes los jesuitas dicen que estaban bebidos dispararon contra la multitud, despejan la calle a cuchilladas y hubo muchos muertos y heridos. La estatua del “Niño Jesús” dice el relato, que va en la procesión recibió varios balazos y al final rodó por los suelos. Hubo toque de alarma y los soldados se encerraron en la fortaleza del castillo de la Mota.

Los miembros del Ayuntamiento se refugiaron en iglesias y conventos temiendo la ira popular. El Colegio Jesuita cerró sus puertas y solo dejó entrar a uno de los alcaldes, que aconsejado por el rector, solucionó todo de forma que a la caída de la noche se había hecho la paz.
Se abrió un juicio en que el Rey, mal informado, acusa al pueblo de los sucesos. Los Jesuitas, exculpan al pueblo y a las autoridades municipales e inculpan a las tropas del Duque, hasta hace muy poco, su adorado patrón y benefactor. Los jesuitas apoyaron al Ayuntamiento para ganarse su amistad. Los jesuitas fueron expulsados de Marchena el 19 de abril de 1767 para nunca volver.
Estos hechos aparecieron relatados en un pergamino pegado en el interior de una imagen dentro de la iglesia de Santa Isabel y analizados por el historiador Julián José Lozano.

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