Lecciones callejeras

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¿Quién dijo que en las calles no se aprende nada interesante?. Incluso en las calles de Marchena. De entrada en el mercadillo del jueves, la vida bulle por todas partes y a poco que pegue uno el oido pueden oirse lecciones de supervivencia callejera, acompañado de buenas dosis de ingenio y sabiduría popular.

Un joven que quiso ser torero se gana la vida como vendedor ambulante. Conclusión, uno debe ser consciente de cuales son sus limitaciones. La vendedora de cupones nos da una lección de márketing: compre un cupón, 40.000 euros le esperan. Mucho más contundente una adolescente podría ganar el premio publicitario del festival de San Sebastián. Lleva escrito sobre su pecho en una contundente camiseta, cuyas letras dibujan redondeadas formas: "Toma medidas contra la gripe aviar, come conejo". Toma ya. Mira como vienen las nuevas lolitas. Esta chica llegará lejos. Lástima que no se haya enterado de que había un bus gratis, puesto por el Ayuntamiento para el casting de Operación Triunfo, si no, habría empleado sus dos grandes argumetnos en convencer al jurado de que ella debía saltar a la fama como una nueva forma de promocionar su pueblo.

En una calle, una mujer mayor ha tomado medidas contra el calor: pasea por la calle con una caja de cartón sobre la cabeza. Me cruzo con ella. Qué calor, dice como justificándose, pero continúa caminando orgullosa con su caja de cartón cabeceril. Dos o tres días antes, cuando el calor era mucho más sofocante, tuve la oportunidad de contemplar cómo los bomberos atendían a un casi adolescente cuyo BMW había ardido por la falta de refrigeración. Y es que por mucho BMW que tengas, si no le haces un buen mantenimiento, se avería igual, o peor, porque las piezas son mucho más caras. Y es que definitivamente el dinero no da la felicidad.

En cualquier calle uno debe sortear las numerosas obras privadas, pero a veces hay que detenerse ante una maquina que avanza o un camion que recula. A alguien le ha dado por reconstruir el pueblo. Los albañiles intentan escaquearse un poco charlando con alguna amiga que pase y de paso refrescarse un poco la vista de tanto ladrillo. Y es que no solo de cemento vive el hombre.

De noche me cruzo con pandas de adolescentes en moto, y adolescentes con coches de gran ciclindrada que maltratan sus altavoces con música insufrible. Un coche se puede comprar, el buen gusto, no. Un fotografo nuevo, instalado en la plaza me cuenta cómo, la competencia le pega codazos, literalmente, en los actos sociales. Le pegan codazos para que las fotos le salgan mal. Y luego tras su llegada tiraron los precios, me dice. Capitalismo mal entendido, no bajan precios por ser más competitivos sino por echar al recién llegado. Una vez logrado este objetivo volverán a subir los precios, se entiende.

De nuevo en la calle un marido recrimina a su mujer más joven de muy mala forma que no se ponga colorete, y señala a unas sospechosas manchas rojizas en la cara. !Que colerete ni colerete¡, responde ella.

Las obras de la calle Madre de Dios continúan paradas tras la aparición de restos arqueológicos. Necesito ver para creer, como Santo Tomás. Por la calle la gente me pregunta sobre el tema con curiosidad. Me hacen ver que todo el Pabellón, jardines y aledaños esta levantado sobre el yacimiento. Un hombre mayor me dice que en la zona eran enterrados los ahorcados y quienes no se merecían ser sepultados en sagrado. Otro -de los que andan con detectores de metales- me cuenta su teoría acerca del yacimiento. Según él se trata de un yacimiento anterior al periodo romano, preferentemente ibérico, tal y como muestran las monedas de Carmo y Cástulo. También dice que tiene en su casa sextercios y otras. Aquí la gente nace catedrático en historia. Media Marchena tiene ya restos del Lavadero. Habrá que ver si aparecen cuando las busquen para hacer un museo. Me pregunto cómo los que se supone que no saben, saben tanto, y los que lo tienen que saber, tan poco.

El calor y el verano están haciendo de las suyas por las calles. Pero entre los catedráticos callejeros, la categoría máxima, aquella que bordea lo ridículo y lo sublime, está entre quienes alardean de lo que no saben ante los que estudian, pasan por unas aulas o muestran interés en algún tema. Y así, participando en una improvisada tertulia callejera, me entero de que los verdiales vienen de los turdetanos, o los íberos, -no se sabe porque hay varias teorías, me aclaran, y yo pongo cara de póker- y de que Europa tiene muy mal gusto porque no votan en Eurovisión a la canción que gusta a quien abusa de la palabra, -cara de repóquer-. Si lo que vas a decir no es mas bello que el silencio, no lo digas. Vale mas mantener cerrada la boca y parecer bobo, que abrirla......

Marchena es muy heavy. Y más en verano.

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